T01-E02: COVID: Inmunidad natural Vs. Inmunidad por vacunas
El cuerpo humano posee un sistema inmunológico extraordinario, diseñado para defendernos contra una gran variedad de patógenos. Este sistema, complejo y fascinante, tiene la capacidad de reconocer y eliminar agentes nocivos, previniendo así enfermedades. La inmunidad, la capacidad del cuerpo para frustrar la entrada y proliferación de organismos dañinos, puede ser adquirida de dos maneras: de forma natural, al enfermarnos, o artificialmente, a través de las vacunas.
En esta ocasión, nos adentraremos en el mundo de la inmunidad natural contra el COVID-19, explorando los estudios científicos que avalan su duración, efectividad y mecanismos de acción. por eso los dividirlos en 3 grupos. El primer grupo es de estudios que muestran que la inmunidad natural es duradera. El segundo son los estudios que muestran que el riesgo de reinfección es bajo, y el tercero son los estudios que comparan la inmunidad natural con la de las vacunas y muestran que la primera es mucho mejor.
Duración de la inmunidad natural: Evidencia científica
Diversos estudios han demostrado que la inmunidad natural contra el COVID-19 es duradera. Un artículo publicado en la revista JAMA Internal Medicine a finales del 2020, argumenta que “hay razones para ser optimistas sobre la inmunidad protectora tras la exposición previa al virus”. Los autores señalan que, a pesar de los millones de casos a nivel mundial, la reinfección por SARS-CoV-2 era un fenómeno poco común (Spellberg, Nielsen, y Casadevall 2020).
Este argumento se ve reforzado por estudios como el publicado en The Lancet en 2021, que analizó casos de reinfección. Tras examinar millones de infecciones, solo se identificó un único caso confirmado (Tillett et al. 2021).
Un aspecto fundamental para comprender la duración de la inmunidad es el papel de la memoria inmunológica. El sistema inmune no solo produce anticuerpos, sino que también genera células de memoria B y T. Estas células, “guardan un recuerdo” del patógeno y permiten una respuesta rápida y efectiva ante futuros encuentros (Dörner y Radbruch 2007) .
Evidencia adicional sobre la duración de la inmunidad natural:
- Un estudio en las Islas Feroe mostró que los anticuerpos tras la infección se mantienen altos durante 7 meses, estabilizándose luego en un nivel constante (Petersen et al. 2021) .
- Un estudio en el European Journal of Immunology encontró que, a los 12 meses, el 97% de los sujetos evaluados aún tenían anticuerpos detectables contra el SARS-CoV-2, y el 89% de estos anticuerpos eran capaces de neutralizar el virus (Haveri et al. 2021) .
- Un estudio en la revista Clinical Infectious Diseases confirmó que los anticuerpos neutralizantes persisten al menos un año en la mayoría de las personas recuperadas de COVID-19. Más del 95 por ciento de las personas recuperadas tenían anticuerpos neutralizantes a los doce meses, sin una disminución significativa en el número de anticuerpos entre los seis y los doce meses. Los autores concluyeron que sus hallazgos “son alentadores en relación con la longevidad de la memoria inmunológica contra este nuevo virus” (Zhang et al. 2021).
En resumen: La inmunidad natural contra el COVID es duradera. Por lo menos la lógica de cómo funciona el sistema inmune y los estudios que tenemos hasta ahora muestran que la protección dura más de un año. Y pues tiene sentido porque hasta ahora llevamos dos años de pandemia, así que es difícil encontrar estudios que muestren que la inmunidad dure más que eso.
Inmunidad natural vs. inmunidad por vacunas: Diferencias clave con referencias
Si bien la inmunidad natural y la inducida por vacunas comparten el objetivo de protegernos contra el COVID-19, existen diferencias importantes en su mecanismo de acción:
- Inmunidad natural: El virus ingresa al organismo de forma natural, desencadenando una respuesta inmunológica completa que involucra todos los componentes del sistema inmune.
- Inmunidad por vacunas: Las vacunas introducen una versión debilitada o inactivada del virus o partes del mismo, estimulando una respuesta inmunológica principalmente en el sistema sanguíneo.
Reinfección por COVID-19: ¿Es posible?
En el contexto del COVID-19, la reinfección se define como la reaparición de síntomas y la positividad del virus SARS-CoV-2 en una persona que ya se había recuperado de una infección previa. Comprender la frecuencia y la gravedad de la reinfección es crucial para evaluar la duración de la inmunidad natural y la efectividad de las vacunas.
Estudios sobre la baja tasa de reinfección en personas con inmunidad natural:
Un estudio de cohorte publicado en The Lancet siguió a 43.044 personas con anticuerpos positivos contra el SARS-CoV-2 durante 35 semanas. Encontraron que solo el 0.7% de los participantes se reinfectaron. La mayoría de los participantes no estaban vacunados, ya que el estudio concluyó en diciembre de 2020, antes del inicio de la campaña de vacunación en Qatar (Tillett et al. 2021).
Una revisión sistemática de estudios de reinfección publicada en Reviews in Medical Virology analizó datos de 615.000 personas durante 10 meses. La tasa de reinfección osciló entre el 0% y el 1.1% (O Murchu et al. 2022) .
Un estudio realizado en Australia y publicado en el European Journal of Clinical Investigation llegó a conclusiones similares. Se estimó que la probabilidad de reinfección era de entre 0.07% y 0.13%, y la protección contra el SARS-CoV-2 después de la infección natural era comparable a las estimaciones más altas de efectividad de las vacunas (Pilz et al. 2021).
Otro estudio que utilizó la secuenciación del genoma en personas no vacunadas que adquirieron COVID estimó un riesgo de reinfección a nivel de población del 0.1%. Después de siete meses, no se observó disminución de la inmunidad. Los autores concluyeron que “la reinfección es rara” y que “la infección natural parece inducir una fuerte protección contra la reinfección con una eficacia superior al 90% durante al menos siete meses” (Abu-Raddad et al. 2021).
Comparación de la inmunidad natural con la inmunidad por vacunas:
- Un estudio en la población israelí que utilizó 2.5 millones de observaciones comparó a tres grupos: personas vacunadas, personas no vacunadas que habían tenido COVID y personas previamente infectadas que recibieron una dosis de la vacuna. Se evaluaron las diferencias en las tasas de infección, enfermedad sintomática, hospitalización y muerte por COVID.
- Los resultados mostraron que, en comparación con aquellos que habían tenido COVID, los vacunados tenían:
- 13 veces más riesgo de infección por la variante Delta.
- 7 veces más riesgo de enfermedad sintomática.
- 6 veces más riesgo de hospitalización.
- Los resultados mostraron que, en comparación con aquellos que habían tenido COVID, los vacunados tenían:
- Otro estudio con 52.000 personas encontró que las vacunas reducían el riesgo de infección en comparación con los no vacunados, pero no tanto como la infección previa. Los autores concluyeron que “es poco probable que las personas que han tenido la infección por SARS-CoV-2 se beneficien de la vacuna COVID-19, y las vacunas pueden priorizarse de manera segura para aquellos que no se han infectado previamente” (Shrestha et al. 2021).
En resumen, la evidencia científica disponible indica que la reinfección por COVID-19 en personas con inmunidad natural es poco común. La protección proporcionada por la infección natural parece ser comparable o incluso superior a la de las vacunas, al menos en lo que respecta a la prevención de la reinfección y la enfermedad grave.
Es importante destacar que la investigación sobre la reinfección y la inmunidad al COVID-19 aún está en curso. Se necesitan estudios más amplios y a largo plazo para comprender completamente la duración de la inmunidad natural y la efectividad a largo plazo de las vacunas.
Inmunidad de vacunados vs. inmunidad de no vacunados
En la búsqueda por comprender la protección contra el COVID-19, surge una pregunta crucial: ¿qué ofrece una mayor defensa a largo plazo, la inmunidad natural adquirida tras la infección o la inmunidad inducida por las vacunas?
Estudios comparativos sobre la duración de la inmunidad:
- Un estudio realizado en la población israelí Gazit et al. (2021) analizó 2.5 millones de observaciones y comparó tres grupos: personas vacunadas, personas no vacunadas con COVID previo y personas previamente infectadas que recibieron una sola dosis de la vacuna. Los resultados mostraron que, en comparación con aquellos que habían tenido COVID:
- Los vacunados tenían un riesgo 13 veces mayor de infectarse con la variante Delta.
- Tenían 7 veces más riesgo de enfermedad sintomática.
- Tenían 6 veces más riesgo de hospitalización.
- Otro estudio con 52.000 personas Shrestha et al. (2021) encontró que las vacunas reducían el riesgo de infección en comparación con los no vacunados, pero no tanto como la infección previa. Los autores concluyeron que “es poco probable que las personas que han tenido la infección por SARS-CoV-2 se beneficien de la vacuna COVID-19, y las vacunas pueden priorizarse de manera segura para aquellos que no se han infectado previamente”.
Declaraciones del CEO de Pfizer:
En una entrevista, el CEO de Pfizer (Albert Bourla) afirmó que las dos dosis iniciales de la vacuna ofrecen una protección limitada contra la infección, pero que un refuerzo aumenta la protección contra la hospitalización. También mencionó que la compañía está trabajando en una nueva vacuna a la luz de estos hallazgos (Alisa Odenheimer y Damian Shepherd 2021).
Evidencia sobre la disminución de la inmunidad en vacunados:
- Un estudio publicado en septiembre de 2021 Suthar et al. (2021) encontró que tanto los niveles de anticuerpos como la respuesta de las células T disminuían significativamente seis meses después de la segunda dosis de la vacuna, lo que sugiere la necesidad de un refuerzo.
Diferencias en la respuesta inmunológica:
- Las vacunas de ARNm (Pfizer y Moderna) entrenan al sistema inmune para reconocer y atacar la proteína Spike del virus. Sin embargo, el virus muta con frecuencia, lo que permite que las nuevas variantes escapen de esta protección.
- La infección natural expone al sistema inmune a todo el virus, lo que genera una respuesta más amplia y duradera que puede ser menos susceptible a las variantes.
La evidencia disponible sugiere que la inmunidad natural puede ofrecer una protección más duradera contra el COVID-19 que la inmunidad inducida por las vacunas de ARNm. Sin embargo, es importante destacar que:
- La investigación sobre la inmunidad al COVID-19 aún está en curso y se necesitan más estudios a largo plazo para confirmar estas observaciones.
- Las vacunas siguen siendo una herramienta crucial para prevenir la enfermedad grave, la hospitalización y la muerte por COVID-19, especialmente para personas vulnerables.
- La vacunación combinada con medidas de salud pública como el uso de mascarillas y el distanciamiento social sigue siendo la mejor estrategia para protegerse a sí mismo y a los demás del COVID-19.
Beneficios de la inmunidad natural
En el debate sobre la vacunación contra el COVID-19, surge la interrogante: ¿la inmunidad natural o la inducida por la vacuna son más efectivas para prevenir la transmisión del virus? Analicemos la evidencia científica al respecto.
Antes de los estudios:
Medición de la transmisibilidad:
Evaluar la transmisibilidad del virus es complejo, ya que depende de diversos factores como la carga viral, la duración de la positividad viral y la eficacia de las medidas de prevención.
Diseño de las vacunas:
Las vacunas iniciales contra el COVID-19 se enfocaron principalmente en prevenir la enfermedad grave y la hospitalización, no necesariamente en eliminar la transmisión del virus.
Estudios sobre la transmisibilidad:
Estudio en Vietnam:
Un estudio realizado en Vietnam con trabajadores de la salud vacunados evidenció que, si bien la vacunación reducía el riesgo de enfermedad grave, las personas vacunadas infectadas con la variante Delta podían presentar altas cargas virales, positividad prolongada por PCR y bajos niveles de anticuerpos neutralizantes. Esto sugiere que la variante Delta podía propagarse entre individuos vacunados, aun con medidas de protección personal (Chau et al. 2021).
Estudios en Finlandia e Israel:
Estudios similares en Finlandia e Israel confirmaron estos hallazgos. En Finlandia, un brote hospitalario por la variante Delta se originó en un paciente internado y se propagó a personal sanitario y la comunidad, incluyendo individuos vacunados sintomáticos y asintomáticos (Hetemäki et al. 2021).
En Israel, un brote entre personas vacunadas y con mascarillas demostró la alta transmisibilidad de la variante Delta. El estudio concluyó que, si bien la vacunación protegía contra la enfermedad grave, una tercera dosis podría ser necesaria para individuos con mayor riesgo (Shitrit et al. 2021).
Conclusiones:
Las vacunas actuales contra el COVID-19, si bien son altamente efectivas para prevenir la enfermedad grave y la hospitalización, no fueron diseñadas específicamente para eliminar la transmisión del virus. Estudios han demostrado que las personas vacunadas pueden contagiar la variante Delta, especialmente a individuos de alto riesgo.
Inmunidad natural:
La inmunidad natural, adquirida tras haber superado la infección por COVID-19, podría ofrecer mayor protección contra la reinfección y, por ende, la transmisión. Sin embargo, la duración de esta protección aún se investiga y no se recomienda contraer la enfermedad de forma intencional para obtenerla.
Beneficios de la inmunidad por vacuna
Diferencias en la exposición al antígeno:
Inmunidad natural: El virus ingresa al cuerpo a través de las vías respiratorias o mucosas, activando una respuesta inmune local y sistémica. El sistema inmune reconoce diversas proteínas y componentes del virus, generando una respuesta amplia.
Inmunidad por vacunas: La vacuna introduce el antígeno (virus atenuado o inactivado, o ARNm viral) en el torrente sanguíneo, principalmente por vía intramuscular. La respuesta inmune se concentra en la producción de anticuerpos específicos a la proteína viral presentada, siendo menos diversa que la respuesta natural.
Activación del sistema inmune:
Inmunidad natural: La infección activa múltiples células del sistema inmune, incluyendo macrófagos, células dendríticas y linfocitos. Estas células presentan el antígeno a los linfocitos B y T, activando su proliferación y diferenciación en células efectoras y de memoria.
Inmunidad por vacunas: Las vacunas, al utilizar adyuvantes (sustancias que aumentan la respuesta inmune), estimulan principalmente a los linfocitos B para producir anticuerpos. La respuesta a las vacunas de ARNm también involucra a células dendríticas y linfocitos T, pero en menor medida que la infección natural.
Memoria inmunológica:
Inmunidad natural: La exposición natural al virus genera una memoria inmunológica robusta y duradera, capaz de reconocer y responder rápidamente a reinfecciones. Esta memoria puede persistir durante años o incluso toda la vida.
Inmunidad por vacunas: La memoria inmunológica inducida por las vacunas varía en duración según la enfermedad y el tipo de vacuna. Algunas vacunas, como las del sarampión, brindan protección de por vida, mientras que otras, como la de la influenza, requieren refuerzos periódicos.
Limitaciones de las vacunas:
Las vacunas no siempre imitan perfectamente la respuesta inmune natural, tanto en la variedad de antígenos presentados como en la activación de diferentes células del sistema inmune.
La duración de la protección de las vacunas puede ser menor que la de la inmunidad natural para algunas enfermedades.
Si bien las vacunas son herramientas fundamentales para prevenir enfermedades infecciosas, es importante comprender las diferencias en los mecanismos biológicos de la inmunidad natural y la inducida por vacunas. La inmunidad natural ofrece una respuesta más amplia y duradera, mientras que las vacunas brindan protección específica contra antígenos definidos. La elección entre ambas dependerá de diversos factores, incluyendo la edad, el estado de salud y el riesgo de exposición a la enfermedad.
La inmunidad natural es mejor para inmunidad de grupo
Entonces, si la infección natural presenta una respuesta inmune más larga que la inducida por las vacunas—y adicional a eso la inmunidad natural tiene menor riesgo de transmisión, podemos inferir que la inmunidad natural es mejor para inmunidad de rebaño o de grupo, lo cual también es consistente con todas las otras enfermedades virales.
En la descripción les dejamos también un link a una recopilación de más de 150 estudios científicos en los que se provee evidencia de que la inmunidad natural es igual o mejor que la inducida por las vacunas (Alexander 2021).
Conclusiones
Para el caso del COVID entonces, habiendo definido inmunidad, es fácil ver entonces que la inmunidad natural es superior a la de las vacunas porque la natural impide que el virus vuelva a infectarte y hacer cama en tu cuerpo…la inmunidad de la vacuna (Pfizer y moderna que son para las que se han hecho la mayoría de estudios), solo reduce o elimina los síntomas, no la posibilidad de adquirir la carga viral.
La inmunidad natural es más duradera que la de las vacunas. Las personas con esta inmunidad tienen menor riesgo de transmisión, las vacunas solo buscan replicar la inmunidad natural y por definición no son mejores que el original, y todo lo anterior nos lleva a concluir que la inmunidad natural es mejor para la inmunidad de rebaño.